viernes, 23 de septiembre de 2011

Lo primero es lo primero


"Lo que importa más nunca debe estar a merced de lo que importa menos." escribió Goethe.
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A usted, quisiera hacerle dos preguntas: la primera, ¿Qué puede hacer usted, que no esté haciendo ahora y que, si lo hiciera regularmente, representaría una tremenda diferencia positiva en su vida personal?, y la segunda,  ¿Qué produciría resultados similares en su vida profesional o en su empresa?.
Para ayudarle a reponder a estas dos cuestiones quiero relatarle una historia:

El líder de un seminario quería explicar algo importante, así que tomó una jarra de boca ancha y la llenó de piedras. «¿Está la jarra llena?» preguntó. «Sí» fue la respuesta. «¿De veras?» volvió a preguntar. Luego echó guijarros más pequeños en la jarra para llenar los espacios entre las piedras. «¿Está llena ahora?» «Sí» dijo alguien más. «¿De veras?» Entonces llenó los espacios restantes entre las piedras y los guijarros con arena. «¿Está llena ahora?» preguntó. «Probablemente no», dijo otra voz, para diversión de los asistentes. Luego tomó un jarro de agua y lo vertió en la jarra.
«¿Cuál es la lección que aprendemos de esto?» preguntó. Un ansioso participante levantó la voz: «No importa cuán llena esté la jarra, siempre hay espacio para más». «No exactamente», dijo el líder. «La lección es: para hacer caber todo en la jarra, hay que poner las cosas grandes primero».
No sé si en este caso se hubiese cumplido que "el orden de los factores no altera el producto", pero lo que sí sabemos es que hemos descubierto que tal como pensamos, así vemos las cosas.
Goethe nos ha dicho, en otras palabras, que lo primero es lo primero.
De hecho, nuestras prioridades tienen que estar supeditadas a nuestros principios y sistema de valores y, a través de la historia aprendemos que lo primero es lo primero, lo segundo es lo segundo, lo tercero es lo tercero, etc. Del mismo modo, aprendemos a visualizar las cosas de una manera superior.
Jesús proclamó un principio similar en el Sermón del Monte. Él sabía que desperdiciamos tiempo preocupándonos por las pequeñeces que parecen muy urgentes y que no reparamos en las cosas grandes de valor eterno. «Vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas», Jesús les recordó a Sus oyentes. Del mismo modo, las personas cristianas están de acuerdo con la cita bíblica:
 "Mas buscad
 primeramente el  reino de Dios y su  justicia, y todas estas  cosas os serán añadidas." (Mateo 6:33), y lo aplicarán a su vida personal y profesional, surtiendo efectos positivos en su vida; una persona agnóstica o atea, que piensa diferente, verá las cosas de manera distinta, y el mensaje lo captará incompleto, sacándole poco provecho.

Colaboración: E. Fabiola Céspedes Hurtado
Editor: Javier Céspedes Hurtado                  javiparisien@gmail.com

domingo, 11 de septiembre de 2011

1) VENIDO DE DIOS COMO MAESTRO

 El Señor señaló un importante principio de la enseñanza del Evangelio cuando dijo:"Nombrad de entre vosotros a un maestro; y no tomen todos la palabra al mismo tiempo, sino hable uno a la vez y escuchen todos lo que él dijere, para que cuando todos hayan hablado, todos sean edificados de todos y cada hombre tenga igual privilegio" (D. y C. 88:122).
Es un privilegio ser maestro, también es una gran responsabilidad, puesto que el maestro afecta la eternidad de los alumnos que enseña.

El élder Jeffrey R. Holland, del Quórum de los Doce apóstoles, hizo una declaración magistral en cuanto a la comisión divina del maestro:

"Ya sea que impartamos enseñanza a nuestros hijos en el hogar o lo hagamos frente a una congregación en la iglesia, nunca permitamos que la fe sea algo difícil de percibir.
Recuerden que debemos ser maestros 'venidos de Dios'. Nunca sembremos semillas de duda; evitemos el comportamiento egoísta y la vanidad; preparemos bien las lecciones; presentemos discursos basados en las Escrituras; enseñemos la doctrina revelada; expresemos un testimonio sincero; oremos, practiquemos y tratemos de mejorar.
En nuestras reuniones administrativas, ´instruyamos y edifiquemos', como dice la revelación, para que incluso, en éstas, nuestra enseñanza al final sea 'de lo alto'. La Iglesia llegará a ser mejor a causa de ello, y ustedes también, ya que, como Pablo dijo a los romanos: 'Tú, pues, que enseñas a otro, ¿no te enseñas a ti mismo?' " ("Venido de Dios como maestro", Liahona, julio de 1998, pág. 28).

Como discípulo(a) de Jesucristo que es, le felicito por la determinación que usted ha tomado de ser un maestro excelente, un maestro 'venido de Dios' como Él lo fue cuando estuvo en la tierra. Personalmente, estoy para compartir conceptos, ideas y conocimientos que contribuya a enseñar diligentemente y a la manera del Señor. Le prometo que ello será una verdadera aventura espiritual que le dará gozo, felicidad y crecimiento personal.

(Fuente: "La enseñanza: el llamamiento más importante")
Editor: Javier Cespedes H.                         javiparisien@gmail.com

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Prepárese para la conferencia general - Liahona Septiembre de 2011




MENSAJE DE LA PRIMERA PRESIDENCIA



La conferencia general:
Una bendición singular

Un buen miembro de la Iglesia conversaba con un vecino que no era de nuestra fe y, cuando surgió el tema de la conferencia general, el vecino preguntó: “¿Dices que tienen profetas y apóstoles y que dos veces al año revelan la palabra de Dios en una conferencia mundial?”.
“Exactamente”, contestó el miembro confiadamente.
El vecino se quedó pensativo por unos momentos; parecía estar sinceramente interesado, y después preguntó: “¿Qué fue lo que dijeron en la última conferencia general?”.
En ese momento, el buen miembro de la Iglesia pasó de sentirse emocionado por compartir el Evangelio a sentirse avergonzado. Por más que se esforzó, no pudo pensar en los detalles de un solo discurso.
A su amigo le pareció desconcertante y dijo: “¿Me estás diciendo que Dios le habla al hombre en nuestros días y no puedes recordar lo que dijo?”.
El hermano se sintió mortificado a consecuencia de esa conversación y juró que se esforzaría más por recordar las palabras que dijeran los siervos del Señor en la conferencia general.
Todos sabemos lo difícil que es recordar cada mensaje de la conferencia general, y estoy seguro de que no tenemos que sentirnos avergonzados si no recordamos todo. No obstante, en cada conferencia general hay mensajes que se dan como un don y una bendición de los cielos específicamente para las situaciones de nuestra vida personal.
A fin de prepararnos para la conferencia general, permítanme sugerir tres conceptos básicos que podrían servirnos para recibir, recordar y aplicar mejor las palabras de los siervos del Señor.

1. Los miembros de la Iglesia tienen derecho a recibir revelación personal al escuchar y estudiar las palabras inspiradas que se pronuncian en la conferencia general.

Al prepararse para la conferencia general, los invito a meditar las preguntas que ustedes necesitan que se les contesten. Por ejemplo, tal vez añoren dirección y guía del Señor en cuanto a las dificultades por las que estén pasando.
Tal vez las respuestas a sus oraciones específicas provengan directamente de un discurso particular o de una frase específica. En otras ocasiones, las respuestas quizás se presenten en una palabra, frase o canción que aparentemente no se relacionan con el tema. Un corazón lleno de gratitud por las bendiciones de la vida y un deseo sincero de oír y de seguir las palabras de consejo prepararán la vía para la revelación personal.

2. No dejen de tener en cuenta un mensaje simplemente porque les resulte familiar.

Los profetas siempre han enseñado por medio de la repetición; es una ley del aprendizaje. En la conferencia general oirán temas y doctrinas que se repiten. Les aseguro que eso no se debe a la falta de creatividad o de imaginación. Seguimos oyendo mensajes sobre asuntos similares porque el Señor nos está enseñando y grabando en nuestra mente y nuestro corazón ciertos principios fundamentales de gran importancia eterna que se deben entender y poner en práctica antes de que podamos seguir con otras cosas. Un sabio constructor primero pone los cimientos antes de levantar las paredes y el techo.

3. Las palabras que se pronuncian en la conferencia general deben ser una brújula que nos señala el camino a seguir durante los meses venideros.

Si damos oídos y seguimos los susurros del Espíritu, nos servirán como una Liahona que nos guiará a través de los valles y montañas desconocidos y desafiantes que yacen por delante (véase 1 Nefi 16).
Desde el comienzo del mundo, Dios ha establecido profetas que transmiten la voluntad de los cielos a la gente de su época. Nosotros tenemos la responsabilidad de escuchar y después poner en práctica los mensajes que el Señor nos proporciona.
Nuestro misericordioso y amoroso Padre Celestial no nos ha abandonado y no abandonará a Sus hijos. Hoy, tal como en tiempos pasados, Él ha nombrado apóstoles y profetas, y sigue revelándoles Su palabra.
¡Qué maravilloso privilegio es oír los mensajes que Dios tiene para cada uno de nosotros durante la conferencia general! Preparémonos bien para esta gran bendición de guía divina pronunciada por Sus siervos escogidos.
Porque ésta es una bendición singular.

Cómo enseñar con este mensaje

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    Lean el artículo juntos y aliente a la familia a determinar ciertas cosas que buscarán en los discursos mientras escuchen la conferencia general.
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    A fin de que los niños pongan en práctica el consejo del presidente Uchtdorf, muéstreles la lámina donde aparecen las Autoridades Generales (que se encuentra en el ejemplar de conferencia de la revistaLiahona). Dígales que la Primera Presidencia y el Quórum de los Doces Apóstoles hablarán en la conferencia general. Anímelos a escuchar la conferencia y a hacer un dibujo que los ayude a recordar lo que aprendieron.

    Fuente: lds.org
    Editor: Javier Cespedes H.        javiparisien@gmail.com